Apunte Histórico

Introducción Histórica

Confesión y presentación

Inevitablemente, cada vez que tengo que tratar el tema del Camino de Santiago, me viene a la mente un texto que leí por primera vez hace muchos años, y que me produjo una honda impresión «periodística». Pasa el tiempo y no deja de impresionarme la eficacia de la descripción. Además, como mi experiencia me ha enseñado que todo el que lo lee siente parecida sensación, voy a comenzar esta breve introducción histórica con el referido texto. Se trata de un párrafo tomado de la famosa Historia Compostelana, escrita en la ciudad de Santiago de Compostela entre los años 1109-1140. Sus autores son los canónigos de aquélla Catedral, Munio, Hugo y Giraldo. Munio era español; Hugo era francés, al igual que Giraldo. La obra la escribieron, naturalmente, en latín, la lengua universal de cultura de Europa, gracias a la cual, tres escritores de naciones distintas pudieron crear una obra conjunta. Y gracias a esta lengua también, deberíamos poder leerla nosotros, españoles, franceses, alemanes, italianos o ingleses, hoy 850 años más tarde, en toda su frescura originaria.

Como homenaje a la Europa eterna, que hoy tan intensamente añoramos y estamos tratando de recrear, y a la lengua que la hizo posible, el latín, y como homenaje al Camino de Santiago, que no puede comprenderse sin la lengua latina, vamos a reproducir el texto en su versión original:

Quis iste tantus et talis, quem innumeri Christicolae transpyrenaei et citra repentunt orationis gratia? Tanta est euntium ad eum et redeuntium multitudo, ut uix pateat nobis liber callis ad occidentem. Respondetur illis, huc esse B. Lacobum Domini et Saluatoris Apostolum….., cuius corpus in Gallaeciae finibus habetur humatum, quem Gallia, Anglia, Latium, Alemania, omnesque Christicolarum prouinciae et, praecipue Hispania ueneratur, utpote patronum et protutorem suum.

He aquí su traducción al español:

«¿Quién es ese tan grande y excelso personaje ante el cual acuden a orar incontables cristianos de uno y otro lado de los Pirineos? Es tal la multitud de los que allá van y vuelven que, en la ruta a Occidente, apenas encontramos espacio por el que avanzar. A esta pregunta se les respondió que este personaje era Santiago, el Apóstol de nuestro Señor y Salvado. ,cuyo cuerpo se halla enterrado en los confines de Galicia, y a quien veneran como su Patrón y Protector, Francia, Inglaterra, el Lacio, Alemania y todas las regiones de la Cristiandad y , principalmente, España»

Quienes se hacían esta pregunta llenos de admiración, eran los miembros del séquito del emir Alí ben Yusuf (1106-1142), camino de Compostela, para presentar una embajada ante la reina Doña Urraca. Su impresión fue tan grande, que hasta quedó recogida en la Historia Compostelana. A nosotros, desde el s. XX, nos llama la atención el hecho extraordinario de que en el primer tercio del s. XX se produjeran atascos de tráfico en la «autopista» del Camino de Santiago. A poco que reflexionemos, nos hemos de preguntar: ¿A qué se debe esta concentración de masas caminando hacia Compostela? ¿Qué significado tenía este movimiento de masas? ¿Cuándo comenzó tan llamativo fenómeno? ¿Hasta cuándo duró? ¿Cuál es la situación en nuestros días? ¿Qué sentimientos suscita todo este proceso en el hombre actual?….

A algunas de estas cuestiones trataremos de ir respondiendo, para tratar de explicar el increíble mundo que la peregrinación a Santiago originó en toda Europa: caminos, puentes y demás obras publicas, catedrales, iglesias, monasterios, albergues, hospitales, cementerios e infinitas obras de arte al servicio de los centros asistenciales y de los peregrinos mismos. Aparte del capítulo importantísimo de la producción literaria y musical sobre el tema de Santiago y la peregrinación. El breve boceto histórico que aquí dibujaremos, quiere servir de enmarque a la excelentes y originales fotografías que siguen a continuación en esta pagina web y que constituyen una inigualable lección de historia, arte y sensibilidad cultural y estética.

Apunte biográfico del Apóstol Santiago

En este punto hay que adelantar ya que el inabarcable y determinate mundo jacobeo, que desde la primera Edad Media se va apoderando de Europa, tiene como punto de partida y referencia el personaje histórico de uno de los Doce Apóstoles, Santiago, el hijo de Zebedeo. Sobre él nos informa el Evangelio de San Mateo, en el cap. 4, en estos términos: era hijo de un pescador del lago de Tiberíades, llamado Zebedeo. Su madre, Salomé, es una de las piadosas mujeres que acompañan habitualmente al Señor. Un hermano suyo, más joven que él Juan, autor del Cuarto Evangelio, y por ello, conocido como Juan el Evangelista, va ser otro de los grandes protagonistas en la vida de Jesús.

Santiago y Juan van a construir con «el Príncipe de los Apóstoles», Pedro, el trío de discípulos más íntimos de Jesús, como lo demuestra el episodio de la «transfiguración», de la que los tres fueron testigos de excepción.

De la actividad apostólica de Santiago, conocemos unos datos fundamentales: sabemos que predicó el Evangelio en Palestina y que fue el primero de los Apóstoles en sufrir el martirio, bajo Herodes Agripa I, nieto del tristemente célebre Herodes el Grande, que le hizo decapitar, con toda probabilidad el año 44 de nuestra era.

Descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago

No son pocos los testimonios de época que poseemos sobre el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago. Iria Flavia (hermoso nombre híbrido de ibérico y latino), situada a pocos kilómetros del mar, en el Occidente de la Península Ibérica, era una antigua sede episcopal. Unos 20 kilómetros tierra adentro, el ermitaño Pelagius informa al obispo Teodomiro de la insistente aparición de «luminarias», acompañadas de músicas angélicas, sobre una prominencia en las proximidades del poblado de San Felix de Lovio. Entre la maleza aparece una pequeña construcción funeraria que las fuentes denominan con el nombre de «habitaculum» o «domuncula». Estas piadosas gentes no tuvieron la menor duda de que el tal monumento funerario era el sepulcro que contenía los cuerpos del Apóstol Santiago y de sus dos discípulos Atanasio y Teodoro. La edificación descubierta, entre el año 820 y el 830, se conservó largo tiempo hasta que el arzobispo Gelmírez desmochó su parte superior hacia el año 1100, para levantar sobre ella una construcción más grandiosa, al edificarse la soberbia catedral románica que hoy admiramos y que se había iniciado en 1075.

El descubrimiento fue comunicado con toda rapidez al rey AlfonsoII «el Casto» (789-842), monarca del pequeño reino cristiano astur-leones. En un documento de 4 de septiembre del año 834, el rey dice lo siguiente:

«Pues en nuestros días nos ha sido revelado el preciado tesoro del bienaventurado Apóstol, es decir, su santísimo cuerpo. Al tener noticia de lo cual, con gran devoción y espíritu de súplica, me apresuré a ir a adorar y venerar tan precioso tesoro, acompañado de mi corte, y le rendimos culto en medio de lágrimas y oraciones como a Patrón y Señor de España, y por nuestra propia voluntad, le otorgamos el pequeño obsequio antes referido, y mandamos construir una iglesia en su honor. «

Es interesante observar cómo los reinos cristianos de la Península van a buscar protección para la empresa militar de la Reconquista en el recién emergido Apóstol Santiago. Ya desde la remota y legendaria batalla de Clavijo, el Apóstol es una figura familiar entre las huestes cristianas. Derrotado el ejército de Ramiro I por Abderramán II, se retira al próximo collado de Clavijo. En sueños, el Apóstol Santiago le incita a presentar batalla de nuevo el día siguiente. El encuentro se saldó con una enorme derrota de las huestes musulmanas, gracias al invencible empuje de un jinete, que sobre blanco corcel hizo enormes estragos sobre las huestes enemigas. Como gratitud al Apóstol, Ramiro I concede el solemne Privilegio del voto de Santiago, fechado(el documento es espúreo) en la ciudad de Calahorra el 25 de mayo de 844, por el que se concede al Apóstol y a su iglesia de Compostela un tributo con el que se gravan bienes y cosechas de casi todas las regiones españolas. Todavía hoy se mantiene simbólicamente este voto, renovado anualmente por el jefe del Estado Español, ante el Apóstol, en la Catedral de Santiago de Compostela, en la misma fecha del 25 de mayo.

El Privilegio concluye con este revelador párrafo:

«Nosotros, que constituimos la totalidad de los pueblos que habitan las tierras de España, que estuvimos presentes y contemplamos con nuestros propios ojos el milagro más arriba descrito de nuestro patrón y protector, el Gloriosísimo Apóstol Santiago y, que, por la misericordia de Dios, obtuvimos el triunfo sobre los sarracenos, sancionamos lo que precede y confirmamos que debe permanecer para siempre»

De lo anterior se desprende la importancia de la figura del Apóstol Santiago como catalizador de la gran empresa de la Reconquista del territorio español. A partir de ese momento, no hay rey que no haga otro tanto: Ordoño I lo proclama en 854; Alfonso III en repetidas ocasiones y documentos, desde el 17 de agosto del 883, hasta el 2 de Junio del 912; después de él, Ramiro II; Bermudo II; Alfonso V; etc…. Hasta 24 veces se le nombra a Santiago «Patrón de España» en la documentación real de estos primeros siglos.

El historiador Claudio Sánchez Albornoz, en su obra Españoles ante la Historia, glosa esta circunstancia de forma muy ilustradora:

«La creencia de que yacía en Compostela el cuerpo del discípulo de Cristo ha producido gigantescas consecuencias en la historia de Europa. Acaso se explotó el supuesto hallazgo del cuerpo de Santiago para galvanizar la resistencia, más que difícil, implosible, de un puñado de fieros montañeses, de las sierras del Norte de España, contra todoel poderío formidable de la España sarracena… El hallazgo de la tumba del Apóstol fue interpretado por aquellos atribulados guerreros del Norte de España, como una promesa de ayuda celestial en su áspera batalla de todos los años contra los sarracenos.»

La peregrinación a Compostela:

Y ahora surge la pregunta:¿En qué momento se inicia la peregrinación a Santiago de Compostela….? ¿Cómo nace el fenómeno de la peregrinación?

Todas las religiones han tenido sus propios lugares sagrados, sus «santuarios», es decir, sitios especialmente santificados por la presencia en ellos, en vida, de algún personaje relevante de esa religión;por haber estado ligados a algún acontecimiento de especial relieve para la historia de esa religión; o, finalmente, por ser depositarios de alguna reliquia de una de esas personalidades. Y sobre todo, cuando esa reliquia era el cuerpo de esa personalidad.

En el Cristianismo va a ser el sentido ascético y militante del Nuevo Testamento el que desarrolle la tendencia y el aprecio de la peregrinación, acabando por convertirse en la fórmula más auténtica de realización del espíritu cristiano. El desprendimiento, el despego, y la renuncia a la estabilidad enervante van a dar pie al ideal del «homo viator», es decir, prácticamente, el «hombre peregrinante». Máxima expresión de este ideal es la advertencia, en un contexto parenético, de San Pablo en la «Carta a los hebreos», cap. 13 v. 14:

«Non habemus hic mamentem ciuitatem, sed futuram inquirimus» (es decir, «Pues no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos en busca de la futura»).

Nada tiene, pues, de extraño, que la práctica de la peregrinación alcanzase un extraordinario desarrollo en la Edad Media. Un reciente estudio de L. Schmugge resalta, frente a la creencia común en contrario, la movilidad y el espíritu aventurero de los medievales:

«Hoy se puede afirmar sin exageración, que la peregrinación constituye uno de los fenómenos más significativos de la religiosidad y movilidad medievales. Sin diferencia de rango, origen o educación, todos empuñaron el bordón de peregrinos: pobres y ricos, clérigos como campesinos, lo mismo reyes que sabios, hombres, mujeres y niños. De ahí podemos concluir que en la Alta y Baja Edad Media, casi todo el mundo, según su posición, fortuna, disponibilidades y devoción, emprendió, al menos una vez en su vida, una peregrinación a un santuario más lejano o más próximo».

La peregrinación a Compostela comienza inmediatamente después del descubrimiento del sepulcro del Apóstol, de forma que se puede considerar el primer peregrino jacobeo, al rey Alfonso II el Casto, que tan devotamente viaja con su corte, tras conocer la noticia de la aparición del sepulcro.

Para que se tenga una idea del flujo ininterumpido de peregrinos que, desde el s. IX, llegan a Compostela, vamos a reseñar concisamente la ininterumpida tarea de construcción y ampliación del templo que cobijaba el sepulcro del Apóstol, en la ciudad de Santiago, y que pasó por estas fases:

1. Entre 820-830: Descubrimiento de la «domuncula» o cámara sepulcral, de posible origen romano, conteniendo los restos del Apóstol y dos de sus discípulos.

2. Entre 830-840: Modesta construcción de Alfonso II el Casto.

3. En 899: Basílica más grandiosa, construida sobre la anterior por Alfonso III el Magno.

4. C.1000: Construcción de un nuevo templo por San Pedro de Mezonzo, tras la destrucción de la basílica de Alfonso III por Almanzor.

5. Entre 1075-1211: Construcción de la soberbia catedral románica que hoy contemplamos.

6. En 1750: Consagraciónde la fastuosa fachada barroca del «Obradoiro», obra maestra del arquitecto Fernando de Casas y Nóvoa. Esta especie de «guardapolvos» o protección de la refinada y exquisita fachada románica, conocida como «Pórtico de la Gloria», se ha convertido en el símbolo universal, no sólo de la Catedral, sino también de la ciudad de Santiago de Compostela.

Pero quizá lo más llamativo sea el hecho de que la noticia de la inuentio o descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago en el extremo occidentalde Hispania, en la Galleicia, se difundió con una inusitada rapidez más allá de los Pirineos.

La literatura jacobea surgida en los siglos XI-XIII, momento de máximo esplendor de la peregrinación, atribuye nada menos que al gran emperador Carlomagno el relevante mérito de haber realizado la inuentio del sepulcro del Apóstol y de haber habilitado el Camino que conducía a él.

Oigamos la interesante narración de la Historia Karoli Magni et Rotholandi, conocida como la Crónica del Pseudo-Turpín. El Apóstol se le aparece en sueños a Carlomagno y le dice, despuésde identificarse:

«El camino de estrellas que has contemplado en el cielo significa que tú habrás de ponerte en marcha desde estas tierras, hacia Galicia, con un gran ejército, para sojuzgar a las pérfidias gentes paganas, y liberar mi camino y mi tierra, y a visitar mi basílica y mi sepulcro. Y después de ti han de dirigirse allí, en peregrinación, todos los pueblos de mar a mar, para suplicar del Señor el perdón de sus pecados, y contar sus alabanzas, su poder y las maravillas que ha realizado. Y peregrinarán desde el tiempo mismo de tu vida hasta el fin de siglo presente… De tal manera,por tres veces se apareció a Carlos el bienaventurado Apóstol».

Al margen del carácter no histórico e interesado de esta narración, al servicio de la canonización que hizo de Carlomagno en el s.XII en su ciudad de Aquisgrán, hay un hecho histórico revelador. El año 850 sabemos que Godescalco, obispo francés de Le Puy, peregrinó devotamente al sepulcro del Apóstol, siendo considerado por ello como el primer peregrino extranjero documentado:

«…Forzado por el Obispo Godescalco que, con piadosas intenciones, había salido de la región de Aquitania, movido de intensa devoción y acompañado de numerosa comitiva, y se dirigía a los confines de Galicia para suplicar humildemente la misericordia de Dios y del Santo Apóstol Santiago».

La lista de peregrinos ilustres que se dirigen piadosa y devotamente a Compostela es inagotable: comenzando por la pretendida peregrinación del emperador Carlomagno; la igualmente pretendida de San Francisco de Asis por el año 1213, que ha dado origen a varias fundaciones de monasterios franciscanos en varias villas del tramo español del Camino; la venida de Adelelmo desde la Abadía de «La Chaise-Dieu» («Casa Dei») en la Auvergne, para convertirse en abad de San Juan de Burgos, al servicio de los peregrinos (Adelelmo, muerto el 1099, el mismo año que El Cid, se va a convertir en el «San Lesmes», patrono de la ciudad de Burgos); la peregrinaciónde los italianos San Guillermo de Vercelli y San Teobaldo de Mondoví en el s. XII; por el mismo tiempo, la del famosísimo y popular Guillermo de Aquitania, dechado de todas las maldades y pecados, convertido por el abad de Claraval, San Bernardo: la leyenda le hace morir ante el altar del Apóstol, en la Catedral de Santiago, el Viernes Santo de 1137, en hermosa ficción literaria desmentida por los hechos, que sitúan su muerte real en Siena, en 1157; la de la princesa Matilde, viuda del emperador Enrique V; o la de una serie de personajes reales o príncipes de la iglesia como: Luis VII, rey de Francia (1154); Conrado I, arzobispo de Magnucia (1164); la princesa Sofía de Holanda (1176); Enrique «der Löwe» (1190); el arzobispo de Lieja, Guillermo (1192); el rey Sancho II de Portugal (1244); la viuda del rey Don Dinis, Santa Isabel de Portugal (1325); Santa Brígida de Suecia (1341), con su marido; Ulf Gudmarsson, padres de la famosa fundadora Santa Catalina.

Entre los españoles, es normal que la relación sea aún más copiosa. Real o imaginada, se habla de la peregrinación a Santiago de estos personajes: Fernán González; El Cid Campeador; Santo Domingo de Guzmán, el fundador de los dominicos; el rey Fernando III el Santo, conquistador de Sevilla y devotísimo del Apóstol Santiago; su hijo, Alfonso X el Sabio, el gran poeta y cantor de la Virgen María, que en sus conocidísimas y bellas Cantigas de Nuestra Señora, relata los milagros de varias Vírgenes veneradas en el Camino de Santiago: la «Virgen del Manzano» de Catrojeriz; la «Virgen Blanca» de Villalcázar de Sirga; la «Virgen de la Victoria» de Carrión de los Condes; «Santa María de los Ojos Grandes» de Lugo, etc…

Sabemos también de la peregrinación del filósofo y teólogo medieval Raimundo Lulio; de San Vicente Ferrer; de San Juan de Dios; de Santo Toribio de Mogrovejo; de los Reyes Católicos, del emperador Carlos V, del rey Felipe II, etc., etc.

Pero quizá el testimonio más impresionante de la universalidad de la peregrinación a Compostela sea el texto, un tanto retórico y propagandístico del Liber Sancti Iacobi, vulgarmente conocido como Codees Calixtinus, que da esta relación de las naciones, pueblos o etnias que llegaban ante el sepulcro del Apóstol:

«…. allí llegan pueblos bárbaros y asentados en todas las regiones del mundo, a saber: francos, normandos, escoceses, irlandeses, galos, teutones, iberos, gascones, bávaros, los impíos navarros, vascos, godos, provenzales, garascos, lotaringios, gautos, ingleses, bretones, cornubieses, flamencos, frisones, alóbroges, italianos, de la Apulia, pictavenses, aquitanos, griegos, armenios, dacios, noruegos, rusos, joriantos, nubios, partos, rumanos, gálatas, efesios, medos, toscanos, calabreses, sajones, sicilianos, asiánicos, del Ponto, de Bitinia, indios, cretenses, jerosolimitanos, antioquenos, galileos, de Sardes, chipriotas, húngaros, búlgaros, eslavones, africanos, persas, alejandrinos, egipcios, sirios, árabes, coloneses, mauritanos, etíopes, filipenses,capadocios, corintios, elamitas, mesopotamios, libios, cirenos, panfilios, cilicios, judíos y demás innumerables gentes de todas las lenguas, tribus y naciones…. A él llegan, a manadas y en falanges, para ofrecer sus votos al Señor en acción de gracias, y aportando el obsequio de sus alabanzas».

Ante este panorama, surge frecuentemente la pregunta: ¿Cuántas personas habrán llegado a Compostela, a la tumba del Apóstol, desde el comienzo de las peregrinaciones a mediados del s. IX, hasta nuestros días? Como se comprenderá, la respuesta no es nada fácil. Yo mismo tengo, desde mi infancia, las imágenes constantes del paso de peregrinos, con su peculiar atuendo, por Sahún. Si hablamos de bastantes docenas de millones de europeos como peregrinos hacia Santiago, no cometemos ninguna exageración. La verosimilitud de esta apreciación queda bien clara, ante una prueba documental que, a mí, he de confesarlo, siempre me ha impresionado. Es bien conocido el famoso Santiago sedente del Pórtico de la Gloria. La bellísima imagen del Maestro Mateo se asienta sobre la columna maravillosamente labrada en duro mármol, que representa el árbol de Jesé, primer antepasado, según la carne, de Jesús de Nazaret. Pues bien, conocida es la antiquísima tradición de colocar sobre esta columna los cinco dedos de la mano derecha, como signo de afirmación de fe, y para pedir alguna gracia. Pues bien , ¿cuántos millones de manos hubieron de imprimir sus huellas para horadar el mármol, que hoy en día presenta acusados cuévanos, de casi un centímetro y medio de profundidad, resultado del contacto de las manos….?

A la vista de estos hechos, se puede comprender bien la «Declaración del Consejo de Europa de 23 de octubre de 1987», a favor del Camino de Santiagocomo (Primer Itinerario Cultural Europeo). Con ello, como ya he escrito en otra ocasión, el alto organismo representativo, no hace sino levantar acta notarial de una realidad histórica y presente. Y se comprenderá, también, la reciente declaración del Camino de Santiago por la UNESCO como «Patrimonio de la Humanidad».

Quizá el hombre incrédulo de nuestros tiempos se pregunte por el sentido de este fenómeno de la peregrinación a Compostela: cientos y cientos de kilómetros (¡a veces miles!); incontables y agotadoras jornadas de camino; inclemencias constantes del tiempo;

Acechanzas y peligros continuos tanto de fieras y alimañas como, sobre todo, de los mismo hombres… ¿Y todo esto, para qué?, ¿qué ha buscado el peregrino de Santiago con todo este cúmulo de sacrificios?. La respuesta principal es clara y categórica: salvar su alma, hacer penitencia por sus pecados y pedir la salud, sobre todo la corporal, de la poderosa intervención del Apóstol. Los testimonios sobre el particular son numerosísimos y convincentes. Pero a esta razón espiritual suprema hay que añadir otra serie de motivaciones, mucho menos elevadas y más humanas, desde el amor a la aventura hasta la simple «itinerancia» como medio de la vida, pasando, incluso por el parasitismo sobre los otros peregrinos.

Analizar la influencia política o cultural del Camino de Santiago en el desarrollo de la Historia de Europa, sería tanto como hacer un largo tratado sobre la misma. Pero estudiar el «arte de la peregrinación», o más genéricamente, el arte surgido a lo largo del Camino de Santiago, equivaldría a hacer la historia del Románico, de buena parte del Gótico, y numerosos monumentos de los estilos posteriores. En otra ocasión he dicho que «el Camino de Santiago es el más gigantesco y fastuoso museo de Europa».

El Camino de Santiago

Podemos definir el Camino de Santiago como el conjunto de vías que iban avanzando hacia los Pirineos, y desde aquí, siempre en dirección al Occidente, hasta el sepulcro del Apóstol en la ciudad de Compostela. Desde hace unos años se ha suscitado, sobre todo en España, una polémica sobre si se debe hablar del «Camino» o los «caminos» de Santiago. Propiamente, habría que decir que tal polémica carece de sentido, ya que es muy difícil fragmentar en segmentos una gran red viaria, mientras que a la inversa, no es posible negarle unidad a esa red. El viejo dicho de que «todos los caminos conducen a Roma», ilustra muy bien nuestra afirmación. Otro tanto se puede decir de Santiago. Efectivamente, si se contempla un mapa de Europa con las vías por las que hay constancia que avanzaban los peregrinos, de ciudad en ciudad, hacia el Sur, para cruzar los Pirineos, se verá que el sistema constituye una retícula análoga a la del sistema capilar sanguíneo. Igual que en éste, se advierte cómo, progresivamente, van disminuyendo los conductos más delgados, y se van originando tramos de más entidad, hasta constituirse unas pocas gruesas arterias.

Esa fina e inicial retícula viaria es lo que podríamos denominar «caminos de Santiago». Y el sistema viario, considerado en su conjunto, es lo que constituiría el «Camino de Santiago». Aunque hay que advertir, que en los ámbitos locales, comarcales, o incluso regionales, se suele llamar «Camino de Santiago»a la vía peregrinal que por allí pasa, cualquiera que sea su categoría.

La red viaria que constituye el Camino de Santiago es extraordinariamente densa en Centroeuropa, ya que desde todos sus rincones, partián peregrinos en busca de las grandes vías que conducían a los Pirineos. Los lugares del recorrido de estas vías estaban, naturalmente, señalados por dos cosas: la existencia de numerosísimos lugares de culto bajo la advocación del Apóstol Santiago y la creación de un sistema asistencial a los peregrinos. Este sistema asistencial estaba en manos de las órdenes religiosas, que levantaron, a lo largo del recorrido, espléndidas abadías, una de cuyas finalidades era atender a los «hospitales de peregrinos». Conviene advertir que la palabra «hospital», al principio no significaba «Centro de salud», sino «lugar donde se atendía a los hospites». Es «hospes» una palabra latina, que significa «forastero que es atendido en casa ajena». Posteriormente, el término «hospital» se especializó para significar «lugar asistencial para enfermos».

No es el momento de hacer uan descripción del rico sistema viario jacobeo en Europa. Digamos únicamente que podemos dividirlo en cinco grandes secciones o apartados:

1. Países escandinavos y eslavos: no siendo infrecuente su presencia en Compostela.

2. Area germánica. Islas Británicas. Italia: En el «gran área germánica» la intensidad de lo jacobeo es extraordinaria, y su densidad excepcional. No sólo en los territorios próximos al Rin, sino mucho más al norte, o al este, apenas hay ciudad o comarca sin una advocacióna Santiago, o sin el recuerdo de una calle dedicada al Apóstol. El territorio de la actual Austria se halla también profundamente «jacobizado» desde época muy antigua. Los lugares de culto del Apóstol y de atención a los peregrinos van desde Dreikirchen en Südtirol hasta St. Jacob am Thurm; desde Spital bei Weitra, en el Nördlich-Waldviertel, hasta la Schlosskapelle de Wiehoffen en Pölten; o desde la iglesia parroquial de Santiago en Kärnten, a la casa nº7 de la Seilerstätte, en Viena. En el Tirol se cuentan unas 70 iglesias dedicadas a Santiago, y son frecuentes las Asociaciones bajo el patronazgo del Apóstol.

3. Italia: En Italia, a pesar de la inevitable atracción que Roma ejercía sobre la Península también es intensa la peregrinación a Compostela. Justamente la peregrinación hacia la Ciudad Eterna sirvió para despertar entre los italianos la afición y el cultivo de la peregrinacióna otros santuarios. La situación estratégica del norte de Italia, como zona de paso, le daba la oportunidad de recibir información sobre Santiago. De hecho, es la Italia septentrional la que más intensamente ha vivido la peregrinación a Compostela.

4. Islas Británicas: La insularidad de Inglaterra no la mantuvo al margen de la peregrinación a Santiago. El hecho mismo de su denominación y patronazgo de «St. James», está hablando bien a las claras. De los puertos del Sur de la isla salieron peregrinos en todas épocas, por vía marítima, bien hacia Francia, bien directamente a los puertos del Norte de España, sobre todo a La Coruña.

5. Francia: Decir «Francia», es decir «Camino de Santiago». Y escribir sobre el Camino de Santiago, significa tener que escribir sobre temas y períodos medulares de la historia de Francia. Es esta una sensación, que todo español culto aflora instintivamente, cuando se habla del Camino de Santiago. Los famosos «burgos francos» han constituido un elemento demográfico y cultural de gran importancia en el Camino de Santiago. Y es bien sabido que, bajo la denominación de «francos», acabó incluyéndose a todos los extranjeros, no sólo a los de «nación gala» (según la expresión de Aymeric Picaud).

Acabamos de pronunciar un nombre inevitable cuando se quiere hablar de los «francos» y el Camino de Santiago: el clerigo pictavense, autor de la Guía del peregrino medieval, Aymeric Picaud. Con leer su obra, tendremos una idea rica y profunda de lo que fue la peregrinación a Compostela en la Edad Media para Francia. El capitulo VII de su obra, «Nombre de las regiones y características de las gentes del Camino de Santiago», es una hermosísima y entretenida descripción etnográfica de la Francia central y meriodional. Su lectura se hace necesaria, no sólo para los franceses, sino para cualquier persona culta que quisiera estar informada de primera mano sobre el tema.

De los varios temas en que Aymeric se ha convertido en obligado punto de referencia, es bien conocido el de las rutas y etapas del Camino de Santiago.

Son cuatro las rutas o «vias» descritas por Aymeric, que siguen los peregrinos franceses hacia los Pirineos. Las cuatro se han convertido ya en clásicas, y tenían las siguientes denominaciones y recerrido:

1. «Via Tolosana». Era la más meridional de las cuatro, y se denominaba así por la ciudad de Toulouse.

2. «Via Podensis». Recibía su nombre de la ciudad de Le Puy («podensis»es su gentilicio en latín), de donde partía, uno de los centros más importantes de concentración de peregrinos.

3. «Via Lemovicensis». Recibía su nombre de la ciudad de Limoges (en latín «Lemovicum»). Partía del gran centro jacobeo de Vézelay.

4. «Via Turonensis». La más occidental de las cuatro, y la más frecuentada: conducía el gran torrente de peregrinos que por la «Niederstrasse» germánica llegaban a París, y las grandes masas, que de otras partes de Francia, se concentraban también en París.

Es natural que el Camino de Santiago adquiera una dimensión especial y relevante en España. A través de los Pirineos, por dos puntos distintos, como veremos, penetraba todo el sistema viario europeo en nuestra patria. Aunque a estas alturas ya no será facil confundir el término Camino de Santiago con los solos tramos españoles, sin embargo, tampoco se puede olvidar que esa expresión, Camino de Santiago, lo es por antonomasia en territorio peninsular.

Vamos a enumerar brevemente las rutas que en territorio español conducían a Compostela:

1. El Camino Francés:

De entre las diversas rutas que desde suelo español conducían, ya desde la Edad Media, a Compostela, hay una de especial significación y notable importancia: la Via Francigena. Se denominó así a la vía que llevaba desde el alto de Roncesvalles, atravesando Navarra, La Rioja, Castilla, León y Galicia, hasta Compostela. Su traducción habitual al romance fue la de » Camino francés», y por ella es conocida en forma que no da lugar a confusión. Hay que recordar aquí lo que hemos dicho al referirnos a los «francos» como denominación genérica para los peregrinos extranjeros. También ahora se denomina «Camino francés» por ser los peregrinos de esta nacionalidad los que recorrían mayoritariamente, y porque con el adjetivo «francés» se designaba genéricamente al peregrino extranjero. De esta ruta se puede decir que es la que ha constituido, y sigue constituyendo, la auténtica «autopista» del Camino de Santiago en España. Es verdad que, en las primeras fases de la peregrinación, esta ruta no se encontraba a seguro del enemigo musulmán. Incluso hemos visto cómo, en el «Sueño de Carlomagno», el mismo Apóstol incita al emperador a que la libere del poder de los infieles. En esos primeros momentos, la incipiente peregrinación hubo de buscar vías más precarias y resguardadas hacia las montañas y hacia el mar Cantábrico. Además de que los restos de calzadas romanas, todavía en uso, ofrecían un camino disponible. Pero, en cualquier caso, el «Camino francés» fue desde muy pronto la vía, con mucho, más frecuentada desde la más remota Edad Media hasta nuestros mismos días.

Reseñar las catedrales, basílicas, monasterios y, en general, monumentos del «Camino francés», equivaldría a hacer la historia de la parte más representativa del arte español. Para convencernos de ello, bastará con enumerar las localidades y ciudades más significativas del tramo: Roncesvalles, Pamplona, Puente la Reina, Estella, Los Arcos, Torres del Río, Viana, Logroño, Nájera, San Millán, Santo Domingo de la Calzada, San Juan de Ortega, Burgos, Hontanas, Castrojeriz, Frómista, Carrión de los Condes, Sahagún, San Miguel de la Escalada, León, Astorga, Rabanal, Ponferrada, Villafranca del Bierzo, el Cebreiro, Samos, Sarriá, Arzua y Compostela.

La simple relación que precede sugiere en cualquier lector culto lo más valioso del arte románico, del gótico, e incluso del Renacimiento y del Barroco en España.

2. El tramo aragonés

La Via Tolosana francesa atravesaba los Pirineos por el paso de Somport, y por allí descendía a la jacetania (comarca de Jaca), para, en Puente la Reina, desembocar en el ramal que, de Roncesvalles, conducía hasta Compostela. ( Este ramal es, justamente, el que acabamos de describir como Camino francés). Es el tramo aragonés corto, pero de excepcional riqueza monumental, como se desprende de las localidades por las que pasa: Jaca, San Juan de la Peña, Leyre, Javier, Sangüesa y Eunate.

3. Los «otros caminos»

Como ya hemos dicho, los más de mil años en que gentes de todo el mundo han peregrinado a Compostela, y en sus últimos tramos, necesariamente por suelo español, han dejado una gloriosa y nutrida estela de vías a Compostela. No pretendemos más que enumerarlas en atención a su importancia histórica y al extraordinario celo con que las regiones y las gentes por donde discurren, están luchando por su recuperación. Recordemos cuando menos:

-El Camino de la Costa o del Cantábrico, que desde Irún y San Sebastián avanzaba hasta Compostela por Guetaria, Bilbao, Castrourdiales, Laredo, Santander, Santillana del Mar, San Vicente de la Barquera, Villaviciosa, Oviedo, La Espina, Luarca, Ribadeo, Mondoñedo, Villalba, Lugo, Palas de Rey, etc. Esta ruta, a partir de La Espina, tenía una variante por el interior desde Tineo, Grandas de Salime, Fonsagrada, Lugo, Palas de Rey, etc.

-La Ruta de Álava, que desde Irún, por Hernani y el Túnel de San Adrián, pasaba por Victoria y Miranda de Ebro, para desembocar en el Camino Frances, en Burgos.

-La vía de la Plata, la no sólo histórica sino prehistórica vía de penetración desde la Bética hasta Astorga y Gijón. Partiendo de Cádiz o Hispalis (Sevilla), fueron etapas significativas, Llerena, Zafra, Mérida, Aljucén Cáceres, Plasencia, Cáparra, Baños de Montemayor, Béjar, Salamanca, Zamora, Benavente, Astorga. Desde Zamora salía la variante portuguesa, por Sanabria, Braganza, Verín, Orense, Lalin y Santiago de Compostela.

-El Camino portugués: Cada vez conocemos mejor la densidad y riqueza de «tráfico peregrinal» de esta ruta, que tenía como lugar principal de concentración la ciudad de Oporto, para continuar por Vila do Conde, Povoa de Varzim, Esposende, Viana do Castelo, Caminha, Vilanova de Cerveira, Valença do Minho. Desde Povoa de Varzim existía otra ruta, quizá más frecuentada, por Bracéelos, Ponte de Lima y Valença do Minho. Desde esta localidad, se entraba en España por Tuy, y se seguía por Puenteareas, Pontevedra, Caldas de Reyes, Padrón y Compostela.

Fue también muy activo el tránsito de peregrinos que, por vía marítima, llegaba a las costas catalanas y, desde aquí, cruzaba Cataluña y Aragón para desembocar en el Camino Francés. El Santuario de Montserrat, en determinadas épocas de la peregrinación, atrajo a un número considerable de peregrinos tanto a la ida como a la vuelta de Compostela.

Por la vía marítima fue también muy intenso el flujo de peregrinos insulares que desembarcaban en los puertos cantábricos, para continuar luego por tierra hasta Compostela. La documentación y hasta la arqueología aporta cada vez más información sobre la ruta.

Esta apretada e inevitablemente incompleta visión que he pretendido dar al mundo de la peregrinación, se va a ver compensada por la eficacísima asistencia del fastuoso «álbum» jacobeo, que la sensible y penetrante cámara de Raurich nos brinda. Siempre es verdad que la fotografia ilustra eficacísimamente una exposición o un relato. Pero cuando las imágenes son de la intensidad y exquisitez que tienen las de este libro, se siente uno tentado a pensar que estas iniciales palabras mías hubiesen podido ahorrarse.

Y esto lo digo como «visionador» de excepción de la obra de Raurich, ya que me he pasado largas horas, primero estudiando las fotografías, luego interpretándolas para ponerles pie, y siempre admirándolas. Son bastantes ya los años que llevo ocupándome del Camino de Santiago, y no es ésta la primera obra «gráfica» a la que me ha correspondido poner pie literario. Pero sí es, hasta hora, la que más profundamente me ha introducido en el Camino de Santiago español, la que me ha descubierto muchos aspectos de sus monumentos y paisajes que me habían pasado desapercibidos, y la que más me ha hecho gozar de esos 1.000 kilometros de maravillas arquitectónicas, escultóricas, pictóricas, artesanales, que separan Somport y Roncesvalles de Compostela.

Por eso, no quiero acabar sin manifestar mi gratitud a los logros de un excepcional fotógrafo. Y creo que a mis sentimientos se unirán todos los amantes del Camino de Santiago y los lectores que tengan la fortuna de que este libro caiga en sus manos.

HISTORIA DE LAS RUTAS JACOBEAS DE EUROPA

Todas las religiones tienen su culto y durante décadas han ido animando a sus creyentes y fieles a ponerse en el «camino», entre los cristianos hay tres grandes peregrinaciones la primera a la ciudad de Jerusalén, seguidamente de Roma y Santiago.
Quienes viajan al primer enclave se les denomina Palmeros, y Romeros a los que lo hacen a Roma así que se les llama Peregrinos a los que viajamos o peregrinamos a Santiago.
El culto al camino de Santiago por su historia fue el siguiente, sobre el año 44 Santiago fue mandado decapitar por el rey Herodes para dar un escarmiento a los cristianos. Sus discípulos según la tradición, recogieron el cadáver, lo pusieron en una barca y navegaron hasta tierras gallegas, donde, según la historia se había predicado. Allí se le daría sepultura y tras muchas batallas y luchas bárbaras y visigodas se perdió la localización del sepulcro.
Fue cuando en la edad medieval una caída de estrellas atrajo la curiosidad de las gentes descubriendo este sepulcro. Estas gentes sencillas y creyentes se lo hicieron saber al obispo de Iria Flavia, y de esta manera Teodomiro anuncio el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago en el año 813. Habiendo tenido conocimiento de ello, Alfonso II el Casto acude con su corte a venerar tan precioso tesoro y ordena en el año 834, construir una iglesia donde recoger las reliquias de quien se considero patrono y señor de toda España.
Teodomiro establece la sede episcopal junto al sepulcro, capaz de ser desde muy pronto punto de atracción para un notable numero de fieles, será el obispo Godescalco del Puy quien en 951, inauguró la nomina de los peregrinos «no anónimos» que por tierra se dirigen a Santiago, en el año 956 el abad Cesari de Girona es uno de los primeros catalanes y españoles en hacer el camino de Santiago.
El camino se fue consolidando gracias a la orden de Cluny que jugará un papel esencial en la peregrinación ya que a lo largo de la ruta irá creando múltiples monasterios y hospitales. También son los reyes quienes favorecen a la peregrinación tales como Alfonso VI en Castilla y León y Sancho Ramírez en Navarra y Aragón, que son quienes propician la fundación de hospitales.
Construyendo puentes y calzadas y establecen la legislación necesaria para fijar las rutas a los peregrinos, a fin de hacerles el camino más cómodo.
En el siglo XII se convierte el trazado por excelencia el llamado camino Francés que todos conocemos por su entrada por Saint Jean Pied de port y Roncesvalles en Francia y Navarra y en el Aragonés por el puerto del Somport.
Para aumentar la peregrinación y popularizar el hecho en el año
1122 se establece el primer año Santo Compostelano, por lo que la ciudad de Santiago vive momentos de pujanza en detrimento de Mérida.
Se construye la catedral que será consagrada en el año 1211. En los siglos XIV y XV se experimenta un retroceso en la peregrinación debido a varias causas como las catástrofes de la peste negra y las frecuentes guerras. Por otro, el cisma que produce la cristiandad en 1378 y la rescisión económica y por ultimo la aparición del protestantismo que supone un duro golpe y la ruta vivirá sus horas más bajas. En los siglos de la llamada edad dorada de Francia de Luis XIII en el pleno Barroco que son los siglos XVII y XVIII hay una recuperación para volver a decaer en el siglo XIX la crisis llega al punto que el 25 de julio de 1867 apenas había 40 peregrinos en Santiago.
En el redescubrimiento de los restos del apóstol en 1879 cuando Francis Drake ataco la Coruña se verán favorecidos ya que en el año 1884 el Papa León XIII declara como auténticos los restos descubiertos.
En la actualidad el camino vive una época de auge, el Consejo de Europa declara en 1987 el camino de Santiago como itinerario Cultural Europeo y la UNESCO lo reconoce como Patrimonio de la Humanidad en el año 1993 y en el año 2004 le ha sido otorgado el premio Príncipe de Asturias.
En España como hemos relatado el camino mas frecuentado y principal ruta desde Europa es el llamado camino Francés, pero hay múltiples itinerarios y rutas que parten de diferentes puntos de la península. Tan solo en la comunidad Gallega tienen 8 caminos de entrada a Santiago (camino Francés, Inglés, Portugués, Mar de Ulla, el Primitivo, el del Norte, la Ruta de la Plata, el Finisterre). Siguiendo estos trazados confluyen varios ramales por las diferentes comunidades como por ejemplo: Sevilla la Ruta de la Plata, Bilbao el camino del Norte, Santander el camino de la Costa, Oviedo el camino Primitivo, el Levante y Cuenca la ruta de
la Lana, Madrid, Zamora y Orense la ruta Matrícense, Mozárabe o del Sureste, L’Hospitalet, Montserrat, Zaragoza, Logroño el camino Jacobeo del Ebro). Que es el camino que presentamos en esta guía y sin menospreciar la antigüedad del camino Primitivo, este camino Jacobeo del Ebro fue unas de las principales vías de peregrinación en los primeros siglos de su existencia ya que se trazaba la Vía Augusta Romana, o camino Real que se llama en nuestros días. La particularidad de este camino es que ya estaba trazado, por esto con el paso del tiempo se dejo de utilizar y se fue creando la ruta o camino Francés a partir del siglo XII.
En esta guía os documentamos datos y fechas así como lugares donde hubo una peregrinación y gentes que la practicaban anteriormente a las fechas antes citadas ya que estamos hablando del siglo X al XI. Como por ejemplo el milagro del Pilar de Zaragoza con el apóstol, o el Claustro dedicado a Santiago en la Ciudad de Cervera que tiene una columna grabada con Hospital de peregrins
1111 así sucesivamente os lo relata en esta guía, el abad Cesari de
Girona que peregrinó en el año 956.
Europa, dijo Goethe, que se hizo peregrinando a Santiago y es así porque hoy nos encontramos señas de paso por ejemplo en Rusia, Polonia, en los Países Bajos así como en la vieja Constantinopla donde se hallan los vestigios mas lejanos. Hay países con menos tradición jacobea pero también tienen claras vinculaciones compostelanas como son los países Bálticos, el griego, el eslovaco, el polaco, etc. Donde si hay una fuerte repercusión jacobea es en los países como Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos.
Es conocido que toda esta maraña de caminos europeos se van convirtiendo en uno a la llegada a España donde lo podemos ver reflejado en el mapa que nos reseña la credencial del peregrino que nos expide la catedral de Santiago. Pero si nos fijamos bien antes de confluir en un camino se forman 4 principales vías europeas que son las que ahora enumeraremos.
La ruta de Arles que atraviesa toda Francia cerca de Marsella y la única que atraviesa los Pirineos y entra por el Puerto de Somport en el alto Aragón, Le Puy y Moissac que recoge peregrinos suizos, italianos, y también algunos alemanes se adentra en Francia para llegar a España por el mítico puerto de Roncevalles,
Vezelay es el punto de partida de pueblos de Alemania que surcan comarcas francesas de Lorraine, Limousin y Perigord y finalmente Poitiers y Bordeaux que es la ruta que acerca a los peregrinos de los países Bajos de Inglaterra y atraviesan las comarcas Francesas de Ile,Touraine, Bordelais y la Gascogne, entrando finalmente por la porte d’Espagne en Saint Jean Pied de Port a través de los Pirineos hasta Roncevalles.
En Alemania la tradición Jacobea esta muy unida al culto al Apóstol Santiago con la consagración de altares e iglesias que se puso de moda en los siglos XI y XII no sólo entre los aristócratas y altos dignatarios de la iglesia sino de las demás gentes de toda condición según los relatos de los peregrinos a principio del siglo XI el culto a Santiago se propicio en los Países Bajos en los trayectos de las ciudades de Brujas, Bruselas y Lieja.
En el caso de Inglaterra e Irlanda el interés aumenta por cuando el viaje se hace por mar. Existe una amplia documentación que reseña por los puertos que partían hasta llegar a Francia y España los puertos mas reseñados y relacionados con la peregrinación son los siguientes: Canterbury, Southampton, Plymouth, y Dartmouth en el sur de Inglaterra, y Dublín, Wexford, Waterford y Kinsale en Irlanda.
I finalmente anota el caso más cercano a Galicia que es el camino Portugués que recorría toda la costa portuguesa hasta llegar a los puertos gallegos, partían sobre todo de Coimbra el más importante por haber sido el que utilizo Santa Isabel en su peregrinación.
La figura de Carlomagno siempre ha estado unida al deseo de unir los pueblos medievales que configuraron la Europa Cristiana de los siglos VIII y IX.
Carlomagno no estuvo en Santiago pero la leyenda le atribuye un sueño por el que el apóstol invita al emperador del Sacro Imperio Germánico a tomar las armas y recorrer un «Camino de Estrellas» que le conduzca a Galicia, poniendo a salvo a los reinos cristianos del Yugo del Infiel. Carlomagno es enterrado en Aquisgrán con la representación de un cielo estrellado bajo el que se asienta el sueño de una Europa cristiana y unida.
Doce siglos mas tarde, en Europa renace el espíritu Jacobeo, declarando en el año 1987 por el Consejo de Europa como el primer Itinerario Cultural Europeo al Camino de Santiago.
Haciendo promover el conocimiento y la valorización de la identidad cultural europea.
En el texto de la declaración se hace un llamamiento a las
autoridades, a las instituciones y a los ciudadanos para:
1. Proseguir el trabajo de identificación de los caminos
de Santiago sobre el conjunto del territorio europeo.
2. Establecer un sistema de señalización de los
principales puntos del itinerario mediante la utilización del emblema propuesto por el Consejo de Europa.
3. Desarrollar una acción coordinada de restauración y
de valorización del patrimonio monumental y natural situado en el entorno de estos caminos.
4. Crear programas de animación cultural que permitan
la recuperación del legado histórico, literario, musical y artístico generado por las peregrinaciones a Santiago de Compostela.
5. Proponer el establecimiento de intercambios
permanentes entre ciudades y regiones situadas a lo largo de estos caminos.
6. Estimular, en el marco de estos intercambios, la creación
artística y cultural contemporánea, para renovar su tradición y atestiguar los valores intemporales de la identidad cultural europea.